31.7.05

Digresiones de domingo

My Sunday demons




"That music you play, I'm not saying it's bad,
it just seems terribly sad."
Neil Hannon, "The Happy Goth"


El pijama no puede tener olor a comida, de ninguna manera. Cae desmayado sobre la colcha (la cama está destendida, revuelta, violentada): el pantalón por un lado, la parte de arriba por el otro. Había guardado los escarpines en uno de los cajones de la mesa de luz la noche anterior, pensando: "mucha humedad para lana".

Ayer cayó una pelota de tenis en el techo del supermercado. (Hace unas semanas habían estado recuperando los puntitos verdefosforescentes que, en los días nublados, hacían pensar en un yuyo extraño, ignoto, de esos que crecen irremediablemente en los techos). El ruido fue inconfundible. La pelota sigue ahí. Tal vez viniera a acompañar a esa otra de la que nadie se ha percatado, escondida bajo el alero metálico.

Aquí el café nunca sale lo suficientemente caliente. Esta máquina deforme fue mal concebida: no se supone que el café se tome tibio. El azúcar no se derrite (va siendo hora de cambiarla por estevia) ni se distingue ese humito tan tentador; es vital que la taza despida aroma. Y que dure mientras no haya nada más digno por lo que abrir la boca.

Los domingos me son intrascendentes.

24.7.05

Monte Helicon





"Her name's Calliope."
Erasmus Fry, 6 de mayo de 1986
(Neil Gaiman, "The Sandman")


Se sentó en el borde del sillón, tomó el cuaderno todo ajado que solía acompañarlo en sus rondas y escribió, con esa letra tan prolija, tan particular de su puño, pero no sin prisa:


He was used to that woman,
Who would dress all in white—
A long gown made of cotton
Meant to counter the night

And she went to the woods
And she mused in the forest

Never spoke, never listened,
She would just pass him by—
Her silhouette, oh, so gentle,
An ephemeral cry

And she went to the woods
And she took to the forest

He recorded her longing
Like the fittest of scribes—
But his innermost craving
He did not dare transcribe

And she went to the woods
And she strayed in the forest
Then she never came back


Luego, tachó y reescribió. Paseó la habitación, ya en penumbras; soportó penosamente los trabajos del reloj, con la triste certeza de quien se sabe vencido. Arrancó las hojas con rabia incontables veces.

Al alba, se durmió, de cansancio, esperando a aquella musa vestida de blanco.

11.7.05

Lacónica





"Este camino/
nadie ya lo recorre/
salvo el crepúsculo"
Matsuo Bashô (traducción de Octavio
Paz y Eikichi Hayashiya)





Las guaridas de Mónica Millán






cruel otoño
en esta ciudadela:
tiempo de espera



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